jueves, mayo 11, 2006

Memorial de distancias eternas del músico Juan Ramón Gauna

Fuente: Diario El Litoral
Una mañana de café y recuerdos junto a Juan Ramón Gauna. Los versos de Franklin Rúveda se hicieron cadencia en la voz del músico.
Juan Ramón Gauna nació en San Cosme hace setenta años y ahora está sentado a una mesa en el café “El Mariscal”, desovillando recuerdos que se niegan a remarcar fechas. Todo sucedió realmente y de aquello da fe este señor que encontró en la guitarra una antigua compañera de ritos, donde la soledad conspira con el aplauso y la inspiración reconoce en el público un aliado incondicional.
Más de diez años estuvo al lado del poeta Franklin Rúveda, binomio que se valía de la poesía del reconocido escritor y de la guitarra del autor de “Mariscador”, con música de Gauna sobre letra de Rúveda. O tal como refiere en “Mi canoa bananera”, adulador recitado que ostenta música, aunque no fue grabado como el anterior, reproducido en los discos compactos de “Rosendo y Ofelia” y de Aníbal Maldonado.
A los cuatro años, Gauna imitaba a don Tránsito Cocomarola con una maderita a modo de guitarra. Lo hacía delante del propio Tránsito, en su casa de San Cosme, porque le gustaba la música y sus padres intuían en él, un futuro cercano a esta disciplina. Cuando adolescente estudió en la capital correntina, en la Escuela Regional y más tarde en la Academia “Josefina Contte”, con el profesor Tomás Alarcón. Cuando el maestro hizo efectiva su jubilación, Gauna, en un período de transición, se ocupó del alumnado hasta que Carmelo De Biasi lo incentivó para fundar un Instituto de Música.
“Aunque yo no era profesor recibido, faltaba personal, así que acepté la distinción, junto con Blanco, que tocaba el violín y las profesoras Olú Péndola y Rosita Troia que ejecutaban piano. La casa asignada quedaba frente al actual Instituto de Previsión, por calle Salta, trabajabamos ad honorem y en muy malas condiciones, en el edificio había goteras y Blanco por ejemplo llevaba piloto y sombrero, la adversidad no impedía aquel estímulo que fue fundamental, con De Biasi como mentor”.
Juan Ramón Gauna tiene cinco hijas y las dos menores se dedican a la música. María Elena es profesora de guitarra y está en España. Ganó un master entre doce postulantes a nivel mundial, se fue hace seis meses y volverá a mediados de 2008. La menor de las Gauna es profesora de Coro y Orquesta Sinfónica y desempeña funciones en Santa Fe.
Antes de nombrar sus premios, Juan Ramón elige emocionarse con el recuerdo de su amigo, el escritor Franklin Rúveda. “Me escuchó tocar la guitarra un día y durante diez años nos volvimos inseparables. Recorrimos la provincia en más de cinco giras, con la poesía y la música, pero más que nada con una armonía de mutua admiración. Franklin era un hombre sencillo, cuando murió me sentí vacío, había perdido un gran amigo”, dice y tararea los versos del autor de “El jangadero”: “me gusta ser jangadero, porque es muy lindo chamigo”. La voz se quiebra y vuelve a aquel tiempo sin ruta fija en el calendario.
“Es muy difícil tocar chamamé con la guitarra, máxime cuando se utiliza el ritmo trémolo, tres notas que equivalen a una sola. La gente me pide la versión de la “Marcha de San Lorenzo” porque con un instrumento, la guitarra, hago sonar el clarín, tambor y los bajos, parece una orquesta”, cuenta con orgullo.
Juan Ramón Gauna tiene dos guitarras y le robaron tres. Vive solo y se dedica a la producción agrícola ganadera. Fue dos veces intendente de su pueblo, San Cosme, muchos años concejal y lo declararon “Ciudadano Iustre”, con el voto de todos los partidos políticos, porque para la amistad no hay fronteras ni color que dictamine un afecto. Vive en la misma casa, frente a la plaza, donde antes vivieron sus abuelos y luego sus padres. “En la esquina quedaba lo de Cocomarola, el padre de don Tránsito había venido de Italia y era comerciante. Se sentaba en la puerta a tocar el acordeón, así atraía a los clientes”.
“Qué bien tocás chamigo”, le dijo un día, cuando ambos coincidieron en el mismo hotel de la capital misionera, en vísperas de un festival chamamecero. “Con esa versión de ‘Kilómetro 11’ ganás seguro. Juan Ramón Gauna ganó, es cierto, pero si debe mencionar un premio, elige el de su gente y en la penumbra de un salón que huele a mañana fresca, pide repetir los versos de Constante Aguer y don Tránsito al componer “El sancosmeño”. “Señores yo soy el sancosmeño, un hombre formal, a carta cabal, también servicial y sin interés, ofrezco mi mano sincera de amigo”.

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