


Este domingo a las 22 hs. continúa la emotiva historia del desarraigo vivido en el seno de una misma familia: “Vientos de agua”, la primera miniserie de Juan José Campanella. Una realización de Pol-Ka, 100 Bares Producciones, Telecinco de España y el INCAA.
En su tercera emisión veremos al joven Andrés Olaya arribar a suelo argentino – esa tierra que augura “un futuro promisorio” - junto con Juliusz, su compañero de ruta. Ambos recalan en un típico y pintoresco conventillo de La Boca, buscando alojamiento, y compartirán vivencias con los demás habitantes del lugar; el muchacho asturiano conseguirá trabajo en el puerto y descubrirá un mundo nuevo al iniciarse en la práctica de la lectoescritura, herramienta que le permitirá zanjar la enorme distancia que lo separa de los suyos: a pesar de la lejanía, el recuerdo de su familia permanece indemne.
Mientras tanto, en el siglo XXI, Ernesto Olaya llega a España para construir los pilares de una nueva vida, lejos de la tierra que lo vio nacer. Un compatriota amigo, establecido allí hace un tiempo, le tiende una primera mano. Sin embargo, la supuesta ayuda desinteresada oculta un fuerte resentimiento, que le será develado a Ernesto de la peor manera posible. Su arribo al “viejo continente” parecía poco auspicioso. Para colmo de males, no tener los papeles de nacionalidad o residencia en regla constituye el principal impedimento para abrirse camino. La primera “palmada en el hombro” proviene de una joven española que intenta convertir su desgracia en optimismo, consiguiéndole un lugar para vivir. Ernesto finalmente logra instalarse en esa vivienda, que será visitada por algunos curiosos - pero atractivos - personajes.
Tanto en la época pasada como en la contemporánea, la llegada de un nuevo año (con los consabidos festejos que acarrea) se verá envuelta en una extraña atmósfera para nuestros protagonistas, mezcla de melancolía y nostalgia por lo que se abandonó, e incertidumbre y esperanza por el devenir. No resulta fácil volver a empezar tan alejado de las propias raíces, en sendos países que tienden a mostrar, en principio, ciertas reticencias para con “los recién llegados”.
REPASO DEL PRIMER EPISODIO:
En su primer episodio, “Vientos de agua” mostró en detalle la vida de la familia Olaya en la convulsionada Asturias, en la década del ’30. El arduo y sacrificado trabajo de los hermanos Andrés y José en la mina de carbón para alzarse con el sustento familiar. El sueño del primero de emigrar hacia Argentina, que su prematura muerte accidental en la mina impide concretar. José – impulsado por su propia madre – decide cumplir con el anhelo de su hermano (de hecho adopta su identidad) y parte finalmente rumbo a esa tierra sureña, buscando un futuro promisorio.Paralelamente, en la Buenos Aires del año 2001, Ernesto (hijo de un maduro Andrés Olaya) observa tristemente cómo se desmorona su vida cual castillo de naipes debido a los acuciantes problemas económicos que atraviesa el país. La posibilidad de emigrar a España en búsqueda de una salida para su familia es fomentada por su propio padre, con el sólo afán de ayudarlo a encontrar esa tan ansiada estabilidad que la Argentina del momento parece no poder brindar.
REPASO DEL SEGUNDO EPISODIO:
En la segunda emisión fuimos testigos del viaje en barco que emprende el joven Andrés hacia la “tierra prometida”, un largo periplo surcando el océano junto con otros muchos emigrantes de distintas nacionalidades, conformando una “Babel de ultramar”: españoles, rusos, judíos, italianos comparten sus vivencias mientras llegan a destino. Allí Andrés conoce a su “compañero de ruta”: Juliusz (Pablo Rago) un judío con vastos conocimientos de idiomas; Laia (Pilar Punzano) una atractiva e interesante mujer española; y a la pequeña Gemma (Giulia Michelini), una encantadora niña que se convertirá en su protegida. Juntos sobrellevarán las situaciones que se suscitarán en el barco: desde enfermedades que amenazan con extenderse a todos los que están a bordo como así también un enfrentamiento con los pasajeros de primera clase, que demostrará que los de “tercera clase”, aún con culturas e idiosincrasias diferentes, pueden aunarse en pro del bienestar común.
Paralelamente, Ernesto Olaya enfrenta las disidencias que se generan en el seno de su familia al plantear la idea de mudarse a España. Ni él está muy convencido, pero ya no vislumbra otra salida. Para colmo de males, la aplicación del malogrado “corralito financiero” termina por fagocitarse los pocos ahorros que habían juntado para partir hacia el viejo continente. La angustia y la desazón se acentúan. Con 45 años, Ernesto siente que todo lo que construyó con tanto esfuerzo se ha desbarrancado y su única posibilidad parece ser empezar de nuevo, pero en otra tierra, aquella que su padre dejó pero que aún sigue añorando.
ACERCA DE “VIENTOS DE AGUA”
“Vientos de Agua” es la materialización de un ambicioso proyecto de ficción en lo que refiere a presupuesto, producción y nivel artístico, que incluye los siguientes guarismos:
-140 fueron las locaciones de Buenos Aires, Asturias y Madrid en las que se rodaron las escenas, totalmente transformadas para reproducir las cuatro décadas;
-Más de 5.000 vestuarios de época fueron diseñados y realizados en el país, especialmente para la serie;
-280 actores argentinos, 100 europeos y más de 10.000 extras participaron en la totalidad del proyecto;
-300 vehículos de época fueron utilizados para recrear calles de diferentes períodos históricos;
-8 semanas de trabajo demandó la reproducción a escala real de la cubierta del transatlántico y sus interiores;
-4 son las décadas históricas que reflejan los años ‘30, ‘40 y ‘50 y el primer lustro del siglo XXI;
-2 años llevó la investigación histórica para encarar este proyecto y su preproducción;
- 2 fueron las unidades principales de grabación, divididos en “presente” y “pasado”, en las que han trabajado más de 180 técnicos;
-34 semanas llevó la grabación completa.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario